jueves, 16 de junio de 2022

El lugar más extremo de la Tierra, donde no debería haber vida (y la hay)

 



Donde el agua consigue asentarse, también lo logra la vida. Esta máxima ha reinado desde el comienzo de la biología en la mayor parte de las teorías de la evolución y del surgimiento de la vida en la Tierra. Pero, ¿dónde está el límite? ¿Puede cualquier tipo de agua albergar vida o solo lo hace aquella con una condiciones específicas? Con esta premisa, los científicos se han adentrado en uno de los lugares más inhóspitos y extremos de la Tierra, donde, para su sorpresa, han encontrado que allí hay algunos organismos que pueden encontrar condiciones de vida confortables para ellos.

Es el caso de los ultrapequeños organismos (relacionados con el Orden Nanohaloarchaea) que se encuentran en el área geotérmica cercana al volcán Dallol, en el norte de Afar (Etiopía). Es, por ahora, el lugar más extremo de la Tierra donde se ha encontrado vida, superando incluso a otros lugares ya de por sí ‘casi extraterrestres’ como Antártida, Atacama o Río Tinto (Huelva), donde también se han hallado extremófilos (organismos adaptados a condiciones de vida extremas).


Las arqueas son un gran grupo de microorganismos procariotas unicelulares que, al igual que las bacterias, no presentan núcleo ni orgánulos membranosos internos, pero en realidad son diferentes a éstas, de tal manera que conforman su propio dominio o reino.


En todo caso, estos organismos, hallados en la citada región etíope, son microbios hasta 1.000 veces más pequeños que las bacterias convencionales.


Fue un grupo de científicos españoles y franceses, encabezado por investigadores del Centro de Astrobiología (CAB, INTA-CSIC) el que dio cuenta de este hallazgo, publicado en 2019 en la revista Scientific Reports de Nature. Con sus resultados establecieron una nueva vara de medir en lo que se refiere a las condiciones de habitabilidad, que puede servir para saber dónde buscar vida tanto en nuestro planeta como fuera de él.


Aunque alguna vez ese lugar fue considerado como la cuna de la vida (también en la depresión de Afar se han encontrado la mayoría de fósiles que explican la historia de la humanidad), hoy en día este lugar es lo más parecido a un infierno que puede haber en la Tierra.


Y es que su clima en general es seco y caliente, con temperaturas máximas medias que rondan los 41 grados centígrados. Cuenta con una zona hidrotermal, en la que el agua asciende del subsuelo a cerca de 100 grados centígrados.

Además, es extremadamente  ácida (su pH es muy bajo, del 0,25, lo que significa que es un agua más ácida que el ácido sulfúrico concentrado). El hidrotermalismo del área posiblemente fue generado por una explosión freática que se produjo en 1926. Desde entonces se han reportado episodios volcánicos, sismicidad y actividad hidrotermal en el área.


Lo más característico de esta zona son sus vistosas chimeneas y conos de colores. Su tonalidad procede de los raros minerales que han sido expulsados a la superficie ( pirolusita, clorargirita, wurtzita y halita) y que han sido coloreados por las sales y los metales que se encuentran en el ambiente. Así hay depósitos amarillos, ricos en sulfatos, zonas rojas, ricas en óxidos de hierro y aguas teñidas de verde por las sales de cobre.


Y, pese a todo, hay vida

Pese a las condiciones extremas e inhabitables para el común de los mortales, se ha descubierto que comunidades enteras de microorganismos desconocidos viven en el interior de pequeñas esferas minerales, sobre las chimeneas de las que mana el agua. Estos seres se protegen al recubrirse con los minerales de la zona, como si de una burbuja se tratara.


Además de esta protección, están envueltos en matrices de moléculas que les permiten vivir asociados en consorcios, y se ha constatado que crecen muy lentamente. Además, se alimentan de piedras (son quimiolitotrofos) y, por tanto, no necesitan materia orgánica para desarrollarse. Tampoco requieren oxígeno, pues respiran metales y minerales.


Los resultados de este estudio sugieren que los microorganismos pueden sobrevivir, y potencialmente vivir, dentro de este entorno extremo, lo que tiene implicaciones para comprender los límites de habitabilidad.


En busca de vida en el planeta rojo

La obsesión por la búsqueda de vida no es algo que solo impere en la Tierra. Hallazgos como este pueden determinar qué condiciones se deben producir en otros planetas, como Marte, para hallar vida en ellos. El planeta rojo, sin embargo, aún se resiste a dar muestras claras de que alguna vez albergó vida.


A principios de mes, el rover Curiosity de la NASA observó una mezcla de isótopos de carbono (12 y 13) en las rocas del cráter Gale. De haberse descubierto en la Tierra, este hallazgo sería considerado inmediatamente un signo de vida, dado que suele ser el resultado de un proceso habitual en la actividad metabólica de microorganismos habitando el subsuelo profundo. Pero en Marte se está buscando otra explicación, pues ya han sido varias las veces en que la existencia de vida en el planeta vecino no ha quedado más que en una esperanza fallida.


Casi todos los atractivos indicios de biología podrían explicarse también por algún aspecto aún desconocido de la geología o la química de Marte, dado que, a día de hoy, hay mucho que los científicos desconocen sobre el funcionamiento del planeta, y cómo esos fenómenos podrían camuflarse en indicios de vida.

ENLACES:

https://www.msn.com/es-es/noticias/tecnologia/el-lugar-m%C3%A1s-extremo-de-la-tierra-donde-no-deber%C3%ADa-haber-vida-y-la-hay/ar-AAULMpV?ocid=entnewsntp&cvid=80cde48aa15847d69bf9efe761d2f654

No hay comentarios:

Publicar un comentario