Los científicos creen que podría tratarse de un eslabón perdido entre células procariotas y eucariotas
Sería como encontrarse con un ser humano de más de 8 km de altura
En hojas sumergidas en las aguas de un manglar del Caribe, un equipo de investigadores encabezado por Jean Marie Volland, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, en California, ha descubierto una bacteria que desafía todo lo que creíamos saber sobre estos diminutos organismos. Bautizada como Thiomargarita magnifica , esta bacteria , de hasta 2 cm de largo, es tan grande que puede apreciarse a simple vista .
Normalmente, cuando hablamos de bacterias solemos pensar en diminutas criaturas que solo pueden verse al microscopio. Pero eso no sirve para Thiomargarita magnifica , que es unas 5.000 veces mayor que cualquiera de sus congéneres conocidos. Para hacernos una idea, es como si de repente nos encontráramos con un ser humano de más de 8 km de altura.
Además, este auténtico gigante del mundo de las bacterias cuenta con un enorme genoma que no flota libremente dentro de la célula, como es lo habitual en las demás, sino que está encerrado en una membrana, algo que es característico de células mucho más avanzadas y complejas, como las que forman el cuerpo humano. Según explican los investigadores en un artículo recién publicado en 'Science' , esa 'complejidad genética' podría ser el secreto que permitió a este organismo alcanzar un tamaño tan enorme.
Eslabón perdido
Thiomargarita magnifica fue vista por primera vez en forma de delgados filamentos de color blanco sobre la superficie de hojas en descomposición de un manglar marino tropical poco profundo en Guadalupe, en las Antillas Menores. Y según Volland y su equipo, podría tratarse de un 'eslabón perdido' en la evolución de las células complejas. Como sabemos, una de las divisiones más básicas de la vida distingue entre dos grupos de células: las procariotas, células simples, sin un núcleo bien definido y cuyo material genético se reparte por todo su interior; y las eucariotas, células mucho más complejas y compartimentadas, con un núcleo rodeado por una membrana que guarda el preciado ADN y orgánulos que cumplen diferentes funciones. Al primer grupo pertenecen las bacterias y todos los microbios unicelulares del reino de las arqueas. Al segundo, todas las células que forman organismos complejos, de las simples levaduras hasta los humanos.
Pero la bacteria recién descubierta está desdibujando esta frontera. Hace ya diez años que Olivier Gros, biólogo de la Universidad de las Antillas Francesas y coautor del artículo, se topó con el extraño organismo, en forma de filamento y que crecía sobre las hojas de los manglares en descomposición. Pero no fue hasta cinco años después que se dio cuenta de que esos organismos eran bacterias. Y, aparte de su tamaño, no se dio cuenta de lo especiales que eran hasta hace poco, cuando un estudiante de posgrado de Gros, Jean-Marie Volland, asumió el reto de caracterizarlas.
En el interior de la bacteria, en efecto, Volland encontró dos sacos envueltos por membranas, uno de los cuales contiene todo el ADN de la célula. Según el científico, se trata de "un gran paso nuevo" que implica que las dos ramas de la vida podrían no ser tan diferentes como se creía. Puede que sea hora de darle una vuelta a nuestra definición de procariotas y eucariotas.
El segundo saco podría ser la razón por la que estas bacterias han conseguido crecer tanto. De hecho, es similar al de otras bacterias gigantes (aunque no tanto como estas) y comedoras de azufre encontradas en Namibia en 1999. El saco, presumiblemente lleno de agua, ocupa de hecho el 73% del volumen total de la bacteria.
El mayor ejemplar observado por los investigadores medía 2 cm de largo, aunque creen que podría haberlos aún más grandes. El saco de ADN, aplastado contra el borde interior de la bacteria, reveló un genoma igualmente enorme: unos once millones de bases que formaban alrededor de 11.000 genes claramente distinguibles. Normalmente, los genomas bacterianos tienen un promedio de cuatro millones de bases y cerca de 3.900 genes.
Ahora bien, ¿por qué necesitan estos organismos ser tan extraordinariamente grandes? Por ahora no existe una respuesta, pero, visto lo visto, los investigadores no ven razón alguna para que no puedan existir bacterias aún mayores. Si algo han demostrado las bacterias a lo largo de sus más de 3.700 millones de años de existencia es que son infinitamente adaptables y siempre sorprendentes, por lo que no deben subestimarse. Y este descubrimiento sugiere que bacterias aún más grandes y complejas podrían estar, entre nosotros, ocultas a plena vista.
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